En una cacerola, coloca el azúcar y cubre con agua hasta la misma altura.
Agrega la miel, mezcla y cocina a fuego medio hasta obtener un caramelo sin remover durante el proceso.
En una bandeja, extiende una capa de azúcar en polvo de aproximadamente 1 cm de espesor.
Con la punta del dedo, haz pequeños hoyos en el azúcar y vierte una cucharadita del almíbar en cada uno.
Espolvorea con más azúcar en polvo y deja enfriar completamente.
Una vez fríos, retíralos con cuidado y guárdalos en un frasco hermético.!