En otro bol, mezcla la miel, el ron con el zumo de naranja y la mantequilla derretida.
Vierte la mezcla de ingredientes húmedos sobre los ingredientes secos y mezcla bien con una cuchara de madera o espátula hasta obtener una masa homogénea. Asegúrate de que todos los ingredientes estén bien integrados. Si la masa está demasiado seca, puedes añadir una cucharada más de zumo de naranja o ron. Si está demasiado húmeda, añade un poco más de galleta molida.
Cubre el bol con film transparente y refrigera la masa durante al menos 1 hora. Esto ayudará a que la masa se endurezca y sea más fácil formar las bolitas.
Saca la masa del refrigerador. Con una cuchara o un utensilio para porcionar helado (para que queden más uniformes), toma porciones de masa y forma bolitas del tamaño deseado (aproximadamente 2-3 cm de diámetro).
Funde la cobertura de chocolate rallada al baño María o en el microondas, con cuidado de no quemarla. Si usas chips de chocolate, puedes fundirlos de la misma manera.
Sumerge cada bolita en el chocolate fundido, asegurándote de que quede bien cubierta. Puedes usar un tenedor o una herramienta para bañar bombones para facilitar el proceso.
Coloca las bolitas cubiertas de chocolate sobre un papel de hornear o una rejilla para que el chocolate se endurezca. Puedes acelerar este proceso metiéndolas en el refrigerador durante unos minutos.
Una vez que el chocolate se haya endurecido, guarda las bolitas en un recipiente hermético de vidrio o plástico en un lugar fresco y seco (no es necesario refrigerarlas, a menos que haga mucho calor). Déjalas reposar durante al menos 24 horas para que los sabores se integren completamente. Este paso es importante para que los sabores se mezclen y se desarrollen.